Beneficios del ballet
1. Energía, movilidad y músculos
Si practicas esta disciplina, a las pocas semanas de haber
comenzado notarás un aumento en tu energía, mejorarás tu agilidad y tus
músculos se verán tonificados y alargados.
2. Elasticidad
Esto requerirá un poco más de tiempo y esfuerzo, pero lo cierto es que existe un 100 % de probabilidades de que mejores tu elongación con el ballet, gracias a que tendrás una mejor circulación sanguínea, disminuirán los dolores musculares y, tal como un círculo virtuoso, prevendrás lesiones durante el ejercicio y la inflamación post ejercicio.
3. Buena postura
El ballet, no importa la edad en la que comiences a practicarlo, te dará una buena postura. Esto es porque para bailar debes “ampliar tu pecho”, lo cual es consecuencia de un trabajo muscular de la espalda. Así conseguirás un mejor soporte para hacer tus actividades diarias.
4. Concentración
Para lograr un paso o una postura correcta se pueden realizar más de 20 correcciones: tensión de los brazos y piernas, estirar codos, alargar cuello, postura derecha, pecho amplio, pies estirados, peso elevado, entre más detalles a los que se le suma mantener una amplia sonrisa. Si consideramos que a todo esto se le añade música y que debemos bailar, podremos entender por qué las personas que practican ballet poseen una mayor concentración.
5. Equilibrio y coordinación de movimientos
Relacionado con lo anterior, al tener una buena postura, músculos alargados y elasticidad suficiente, lograrás un buen equilibrio y coordinación; así evitarás en gran medida el riesgo de caídas por desestabilidad.
6. Ampliar tu círculo social
2. Elasticidad
Esto requerirá un poco más de tiempo y esfuerzo, pero lo cierto es que existe un 100 % de probabilidades de que mejores tu elongación con el ballet, gracias a que tendrás una mejor circulación sanguínea, disminuirán los dolores musculares y, tal como un círculo virtuoso, prevendrás lesiones durante el ejercicio y la inflamación post ejercicio.
3. Buena postura
El ballet, no importa la edad en la que comiences a practicarlo, te dará una buena postura. Esto es porque para bailar debes “ampliar tu pecho”, lo cual es consecuencia de un trabajo muscular de la espalda. Así conseguirás un mejor soporte para hacer tus actividades diarias.
4. Concentración
Para lograr un paso o una postura correcta se pueden realizar más de 20 correcciones: tensión de los brazos y piernas, estirar codos, alargar cuello, postura derecha, pecho amplio, pies estirados, peso elevado, entre más detalles a los que se le suma mantener una amplia sonrisa. Si consideramos que a todo esto se le añade música y que debemos bailar, podremos entender por qué las personas que practican ballet poseen una mayor concentración.
5. Equilibrio y coordinación de movimientos
Relacionado con lo anterior, al tener una buena postura, músculos alargados y elasticidad suficiente, lograrás un buen equilibrio y coordinación; así evitarás en gran medida el riesgo de caídas por desestabilidad.
6. Ampliar tu círculo social
Como en cualquier otra actividad, puedes interactuar con nuevas personas y encontrar similitudes con ellas. Siempre se persigue el estereotipo de los bailarines clásicos: competitivos en demasía, altaneros, ariscos, egoístas y superfluos. Lamentablemente, esto suele presentarse en algunas compañías de ballet de gran prestigio mundial; sin embargo, si te adentras al mundo de ballet clásico para adultos principiantes, lograrás hacer amistades reales y generar una gran conexión con tus compañeros de barra.
Son muchas las famosas que han optado por esta disciplina como actividad
física, dentro de ellas está Miranda Kerr, Sarah Jessica Parker y muchos de los
ángeles de Victoria’s Secret. Comienza a disfrutar de los beneficios que el ballet
aficionado ofrece a todas las personas amantes de este arte.
7. El ballet exige actividad cerebral llevada al extremo.
Planear secuencias de movimientos, integrar la música y expresar
sentimiento, son algunas de las funciones. Además, causa placer a quien lo
mira, pues activa las neuronas espejo.
Una de las mayores
cualidades de los grandes intérpretes mundiales del ballet es que al bailar
parecen flotar sobre la música, en una fusión perfecta que depende del trabajo
cerebral llevado al extremo, pues exige planear una secuencia de movimientos,
integrar la información auditiva, activar la memoria de largo y corto plazos,
pero también expresar sentimiento, es decir, traducir el movimiento en arte.
Además de tener un cuerpo delgado, fuerte y flexible, el buen bailarín debe ser
una persona inteligente, con un desarrollo neurosicológico superior.
La doctora María Corsi
Cabrera, catedrática de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional
Autónoma de México (UNAM), quien además de practicar danza clásica estudia ese
arte a partir de la neurosicología, afirma: “Me atrevería a decir que no hay
una actividad que estimule el cerebro de manera más completa que el ballet. Un
pianista, por ejemplo, utiliza sólo las manos para ejecutar su instrumento, mientras
que el bailarín requiere de todo el cuerpo, ése es su instrumento, el cual
tiene que aprender a mover con conocimiento de causa para proyectar en los
espectadores la sensación que desea transmitir”, afirmó.
–¿Por qué se dice que el
ballet es un acto desarrollado?
–Porque es aprendido.
Moverse, bailar, es una capacidad innata, pero también una forma de expresión
de las culturas. Por eso el ballet requiere de entrenamiento, para refinar los
movimientos mediante una técnica y así provocar emoción estética. Asimismo, se
puede decir que es un acto desarrollado, porque bailar involucra muchas
funciones del sistema nervioso, cuyo trabajo es decisivo en el control de los
variados y complejos movimientos corporales que requiere la danza.
El ballet es un arte que
involucra la atención, la memoria, la voluntad, la sensibilidad, la emoción, y
muchas modalidades sensoriales además del movimiento.
Explica que la corteza
cerebral es la capa de tejido nervioso que cubre los hemisferios. Allí se
encuentran los lóbulos frontal, que contiene las neuronas, las cuales controlan
los músculos, reproducen el habla, elaboran el pensamiento y modulan la
emoción; parietal, el cual recibe información sensorial e influye en la
ubicación espacial; temporal, que tiene que ver con los sonidos y la memoria, y
occipital, que es el que interpreta las imágenes. Además está el cerebelo, que
tiene relación con el control del cuerpo y el equilibrio, fundamental en la
danza.
El cerebro realiza su compleja
labor apoyado en la representación mental del cuerpo, en un mapa perfecto de la
posición y ubicación de cada una de sus partes, para producir el movimiento
mediante los músculos. En el caso específico de la danza, el lóbulo parietal
interviene también en el desplazamiento sobre el escenario para lograr la
integración entre el bailarín y el espacio –el cual es estático–, pero además
debe calcular la relación espacial entre él y sus compañeros, quienes también
están en movimiento. Todo esto requiere de un alto grado de concentración.
Ese mapa se encuentra en la
corteza somatosensorial, localizada en el lóbulo parietal. Antes de iniciar un
movimiento, lo primero que hace nuestro cerebro es planear la secuencia de
movimientos con base en la información representada en ese mapa sobre el ángulo
o grado de contracción y estiramiento para alcanzar el fin deseado.
Por ejemplo, y ya
específicamente en el terreno de la danza, planear un grand jetté implica
conocer la distancia del recorrido, el tiempo, la fuerza, la aceleración y la
altura requeridos, así como la correcta posición de cabeza, brazos y piernas.
Además, en la corteza motora frontal ya está representado otro mapa, por medio
del cual el cerebro sabe qué músculo tiene que entrar en acción.
La orden para realizar esto
sale de una región anterior: la premotora; además, el lóbulo frontal tiene la
tarea de monitorear y verificar que dicha orden se haya cumplido correctamente.
Como puede verse, el
trabajo cerebral es intenso y constante.
A esa planeación de
secuencias que acaban siendo armónicas, el neurólogo ruso Alexander Luria,
autor del imprescindible libro El cerebro en acción, llamó melodías cinéticas,
“las cuales en la danza –agregó la doctora María Corsi– son llevadas al
extremo, porque no son bruscas, como en una marcha, sino suaves y melodiosas”.
Una vez que el cuerpo se
mueve al bailar, es necesario aprender esos desplazamientos, para lo cual entra
en acción la memoria de largo plazo, donde quedarán grabados los pasos de
ballet, para hacer un concierto con el cuerpo. Este aprendizaje es apoyado por
la llamada memoria de trabajo, que es la capacidad del cerebro para guardar la
información por periodos breves. “Llegamos así –añadió Corsi– a la
musicalización del movimiento. En esta etapa interviene el lóbulo temporal y la
corteza auditiva, esta última permitirá integrar la información de los sonidos
al resto de los sentidos.”
Equilibrio y temporalidad
son elementos fundamentales, y éstos dependen del cerebelo que, junto con los
ganglios basales, actúa de manera automática, es decir, independientemente de
la voluntad, para ajustar y corregir los movimientos. “La culminación de este
complejo trabajo cerebral es lo que otorga la cualidad del sentimiento, que se
expresa mediante el cuerpo. Ahí, en el sistema límbico, es donde residen las
emociones, que son las que llegan a otorgar la calidad emocional y artística a
la danza; porque se puede ser un gran virtuoso, pero no expresar nada.
“Se piensa que bailar
clásico es muy fácil. Lo maravilloso de este trabajo es precisamente la
apariencia de sencillez y naturalidad que proyecta el bailarín al ejecutar sus
movimientos, pero eso sólo es posible cuando se alcanza el dominio de esos
procesos cerebrales y de la técnica.”
El ballet también da placer
a quienes lo miran, mediante la emoción estética, pues en ellos se activan las
llamadas neuronas espejo, que hacen al espectador equipararse al bailarín.
En su libro La inteligencia
emocional, Daniel Goleman afirma que estas neuronas captan las emociones de las
personas a quienes vemos y reditan en nuestro cerebro el estado detectado,
creando un contagio emocional.
Para concluir, la doctora
Corsi señaló: “el ballet, como otras actividades del arte, es un logro
personal, alcanzado mediante la disciplina y el esfuerzo. Y, además de su valor
artístico, promueve el desarrollo cerebral y el de la inteligencia”.
Comentarios
Publicar un comentario